Si bien es cierto, desde que escribo en este blog, no había hablado mucho sobre él (solo una entradita). Y es que, las entradas que he dedicado fueron a mamá, a mi zambita, mi hermana y mis ocurrencias.
Pero realmente hay mucho que contar sobre ti Chato, si así es como le digo y es que con el paso de los años lo deje unos centímetros abajo jajaja.
Este chato se llama Javier, llamado por los allegados y algunos malcriados (malcriados porque no tienen permiso ni la confianza para llamarlo así jajaja) como chatarra, pericote, enano, duende, bigotes, campeón, maestro, acuaman de sopa, Tarzán de macetero, chimenea y es que fuma como chino (jajajajaa no puedo evitar reírme recordando todas tus chapas) y últimamente con mucho cariño llamado por mí, Viejito ó hijo. Si hablo de Papá. El mil oficios que arreglaba todo, el arquitecto que diseñaba y construía lo que hacía falta en casa, el electricista que hacia instalaciones en toda la casa, el maestro que nos enseñaba a mi hermana y a mí, el mago que siempre tenía lo que pedíamos bajo el brazo, pero también el padre recto, que a las buenas o malas nos hacia entender que era bueno y que no, que se debía pedir y que no. Que cosas o actos traían como recompensa un regalo o un “bien hecho” y que cosas llegaban con un golpe (en esos casos era el cuco del cuento). El nos crió como lo criaron, de eso estoy seguro.
No todas las personas son perfectas, eso lo sabes tú y lo se yo. Y mi chato no fue la excepción. Tuvo metidas de pata y que metidas, pero a pesar de todo, es mi padre y lo amo. No soy quien para juzgarlo.
Hace unos días recordaba con mi hermana cuando éramos menores y buscábamos casa con él. Papá ya pues queremos esta casa, es más bonita, es más grande, tiene esto y tiene aquello, claro que en lo que no reparábamos era que en esa casa bonita, más grande, etc, sacaba del presupuesto a mi viejito, sin embargo siempre terminaba dándonos gusto (dijimos en coro con mi hermana: pobre chatito). Y pasaba no solo con eso, si no con muchas cosas. El es, o más bien, era de un carácter duro, pocas veces demostraba su afecto o cariño, pero cuando se trataba de jugar, si que nos hacia casi casi mear de risa. Mis primos lo adoraban, siempre lo buscaban para jugar, era un bruto decía mi madre jajaja es que a veces creo que olvidaba que jugaba con niños.
En carnavales por ejemplo, nos sacaba en la camioneta a pasear con un depósito de agua lleno en la parte trasera. Se pegaba a quien debíamos mojar y luego fugábamos jeje. Era el cómplice perfecto, no se salvaban los betunes y menos los coloretes de mamá (cuando se daba cuenta mi vieja, le daba ataque jajaja), hasta las pinturas, éramos unos salvajes y a veces terminábamos irreconocibles.
En las fiestas, un peñejo, bailarín, bromista.
He heredado muchas cosas de él en cuanto al carácter, y puedo decir orgullosamente también heredé su ingenio, porque para ingenioso el peque era el número uno. Hasta ahora no hay cosa que no pueda arreglar, no hay cosa que no sepa y si no la sabe, luego se la aprende. De el aprendí a hacer instalaciones eléctricas, pintar, reparar cosas, armar y desarmar carros (no a arreglarlos, nunca me gustó por eso no le puse interés) Los pupiletras los resuelve con una facilidad que ya quisiera.
Bonita entrada para tu papito, al contrario del tuyo el mío siempre nos ha protegido de los juegos bruscos o alocados. Capaz nos privó de muchas aventuras pero también me permitió descubrir otras nuevas, una forma distinta de decir lo mismo: "te quiero" ^^ Saludos.
ResponderEliminarOieee Munani recién veo tu comentario, y es que ya no entro muy seguido.
ResponderEliminarCada padre es único, ellos nos crían de la mejor manera posible según su punto de vista. El fin es uno: protegernos y enseñarnos.
Saludos :)