miércoles, 24 de mayo de 2017

Antes del Ocaso

13:11 hrs El vuelo 7653 de la aerolínea Varig Gol se preparaba para aterrizar en la pista del Santos Dumont, a ella el corazón se le aceleraba de la emoción y la prisa. La envolvían unas ganas tremendas de llegar y estar frente al mar.
Algo había logrado ver  del mar mientras el avión aún no tocaba tierra e hizo volar su imaginación. Miraba el reloj de pulsera una y otra vez, pareciera que los segundos se demoraban caprichosamente.
Los controles, la espera de fila y hasta los pasos….. Segundos que la hacían ahogarse en
su ansiedad. Cuando logró salir al parqueo se aproximó apresurada a un taxi, llevaba una pequeña valija y en su ser una mezcla extraña de emoción, tristeza, amor, esperanza y a la vez resignación. Tenía una cita muy importante y debía llegar antes del ocaso.
Buenas tardes por favor al hotel Praia Ipanema, dijo mientras se acomodaba en el asiento posterior para poder contemplar tras la ventana lo lindo del lugar. Sí que es lindo Brasil eh y que calor hace, ¿Me podría llevar cerca a la playa por favor?. Por supuesto señora respondió el taxista tomando parte de la Av. Atlántica pasando por Copa Cabana y luego la Av. Souto de Ipanema. Siempre hay tanta gente acá? Preguntaba sorprendida mientras abría sus ojos emocionada por la vista que tenía en frente. Ella, recién hasta ahora entendía por qué ese lugar. Bajó el vidrio de la ventana y sacó un poco la cabeza. El viento jugaba con su cabello y de pronto se le humedecieron los ojos. Le parecía un hermoso lugar y pensaba que debió conocerlo mucho antes, tal vez haber viajado juntos. Él siempre tuvo una conexión especial con el mar y también con el bullicio y el movimiento; todo era perfecto para él ahí.
Vio pasar un muchacho en bicicleta y a su mente llegó un recuerdo. Él también manejaba una, era amarilla de asiento alto que el mismo arregló. En sus recuerdos lo vio con unas zapatillas negras, un short azul y una remera blanca que el viento pegaba a su cuerpo; lo recordaba feliz con el viento en la cara llenándose de energía a cada pedaleada. Logró entenderlo y comprender porque la hizo viajar hasta ahí. Suspiró y su mirada se perdió en el horizonte. ¿Falta mucho caballero? Reaccionó, es que estoy muy nerviosa y realmente quiero ya pisar esa arena, debo encontrarlo! exclamó. No mucho respondió el buen taxista. Ella prosiguió, es que le encantaba hablar, nunca podía estar callada. Espero encontrarlo pronto, no sé realmente dónde estará pero sé que está en esta playa. El me lo dijo en una carta, lo extraño sabe? Me dijo que estaría esperándome.
Puedo adivinarlo por su ansiedad señora,  pero ya pronto se juntarán, falta muy poco, casi llegamos. Ella suspiró mientras le decía llámame Hellen, no señora, me hace sentir vieja esa horrible palabra (sonrió).
Con una amable sonrisa el taxista le dijo hemos llegado Hellen, son 100 reales.
Ella pagó, agradeció y bajó de prisa. La brisa del mar le dio la bienvenida. Se detuvo y respiró profundamente. Se dirigió a la recepción del hotel y luego del check in se instaló en su habitación. Corrió las cortinas blancas de la amplia ventana y nuevamente estaba ahí ese mar del que tanto había oído, el mar de Ipanema.
15:00 hrs.
El sol brillaba muy fuerte y la temperatura era muy agradable.
Ya cambiada con un vestido escotado en la parte alta y largo pero ligero en la parte baja, sandalias playeras de color blanco, sombrero color natural de ala ancha y lentes grandes y oscuros para el sol.
¿Qué me falta? Ah sí, el reloj se respondió. Es que hablaba hasta sola. A sus cincuenta y pocos, Hellen se las arreglaba para que no le falte nada y si lo olvidaba se lo preguntaba a ella misma jajaja. Un poquito de bloqueador en la cara, hombros y manos, un perfume muy suave  y estaba lista.
Ahh sííí,,, el bolsito, pero donde tengo la cabeza exclamó. Se regresó a buscar el bolsito negro donde guardó el monedero, el labial, el bloqueador, sus cigarrillos y esas cosas que llevan encima las mujeres. Pero también guardó un sobre de papel que estaba doblado por la mitad. Cuando se supo totalmente lista miró su reloj.
15:55 hrs.
Al salir del hotel vio gente en patines, patinetas, bicicletas, que iba y venía de lo más tranquilos. Se emocionó más, se sentía en compañía. Cruzó la pista con una mano doblada sujetando el bolsito (Re precavida evitando los afanos), un pequeño salto y estaba en el boulevard de la playa. Divisó a ambos lados, viendo hacia donde se dirigiría. A su mano derecha Leblon y a su izquierda Copa Cabana. Estaba segura que su instinto la guiaría hacia él.
Se quitó las sandalias, las tomó con la mano y se dirigió a la arena. Al poner los pies sobre ella, sintió como su piel se erizaba. En ese momento muchos recuerdos y sensaciones guardadas venían a su mente. Sentía que ya había estado en ese lugar, le era muy familiar. La briza del mar que envolvía su piel, por segunda vez le daba la bienvenida al lugar más soñado por su anfitrión. A cada paso crecía esa compañía inexplicable pero también su confianza en ella. Hellen se sentía en su lugar, no había otra manera de explicarlo. Además, sabía que estaba en el lugar y dirección correcta.
Sonreía sola como cuando haces una travesura y la recuerdas, sus mejillas se apretaban con esa alegría que brotaba por sus poros. Hace mucho no se sentía así de bien. Comenzó a disfrutar más de la arena en sus pies, del viento, del sonido del mar, las olas, las aves, la gente que hablaba y jugaba, la risa de los niños. Todo le contagiaba alegría.
Caminó sin darse cuenta hacia su izquierda y simplemente no le importaba la dirección. El sol iba bajando pero la cantidad de gente era la misma. Mojó sus pies en el mar e iba por toda la orilla disfrutando paso a paso. La prisa y la preocupación por la hora se le habían esfumado porque sentía que desde que pisó esa arena no estaba sola, más bien sentía que iba en muy buena compañía.
Perdió la noción del tiempo y sin imaginarlo llegó hasta la Piedra de Arpoador, no estaba cansada y tenía ganas de seguir caminando. Llegó a una parte alta y pudo ver Copa Cabana e Ipanema y hacia el fondo pudo ver el Sol que iba cayendo pero no por eso dejaba de calentar. Recordó su reloj y al verlo le dio las 18:40 hrs.
Vio mucha gente en ese lugar, había un grupo tocando algo parecido a una batucada. Bailaban y ella se contagió del alborozo peeeero solo movía las caderas y hombros en su lugar jajaja. Se puso tímida jajajaJ.
Entró en la cuenta que su espíritu aventurero seguía ahí con ella, esa alma alegre que la caracterizó por mucho tiempo estaba ahí, nunca se fue, solo necesitaba reencontrarse con ella con un motivo. Paralelo a disfrutar del paisaje, la gente y la música Hellen buscó un lugar especial, sabía que el ocaso estaba muy próximo y no quería perderse ese espectáculo, pero también sabía que estaba por encontrar a quien llegó a buscar. Su corazón de madre se lo hacía saber latido a latido.
Sacó de su bolsito un encendedor y un cigarrillo delgado de esos mentolados que le gustaban. A pesar que tenía gente cerca sintió un silencio muy marcado a su alrededor, era como si viera una película en una gran pantalla gigante con el volumen en cero. Encendió su cigarro y al meter la mano al bolso para dejar el encendedor, agarró el sobre, lo apretó muy fuerte con su mano y dijo “es hora mi amor”.
Sacó el sobre, lo estiró y abrió y de él sacó una carta. Las hojas se veían un poco arrugadas, maltratadas como cuando agarras un papel y lo doblas varias veces, hasta manchadas con gotas de agua. Estiró las hojas con sus manos contra su pecho diciendo perdóname por tenerlas así doblaras. Luego se retiró los lentes de sol preparándose a leer unas líneas que tal vez de tanto repasarlas las tendría grabadas en su memoria.
Mamita Hermosa, sé que cuando tengas estas hojas en tus manos yo no estaré más contigo, sé que estaré viéndote y cuidándote todo el tiempo pero desde otro lugar. Quiero que sepas que fuiste y siempre serás mi heroína, nunca entenderé de donde es que sacabas tantas fuerzas para estar ahí alentándome y apoyándome cuando más te necesité y tal vez cuando tú no tenías muchos ánimos, quiero que sepas que siempre te amé con todo mi corazón aunque a veces te hacía renegar, perdóname por eso. Nunca pude terminar de agradecerte todo. Sonríe,  sonríe;  sonríe, siempre sonríe para mí y para todos!.
Bien, ¿recuerdas del lugar que te platicaba cuando hablábamos por teléfono? Pues como sabrás siempre quise estar aquí, te lo describí mil veces siempre con emoción. Me habría encantado que vinieras antes pero sé que lo vas a conocer. Confío en eso, sé que vendrás y que yo te esperaré aquí, no importa el día, no importa el lugar que elijas. Toma nota de la hora y lugar de nuestra cita.
Lugar: Playas de Rio.
Hora: antes del ocaso (Así lo vemos juntos como cuando era un niño y pedimos nuestro deseo, ¿recuerdas?).
No faltes, estaré esperándote y sé que cuando te vea llegar, cuando te vea caminar por esta arena, yo correré a ti y de alguna manera tenlo por seguro que te abrazaré como siempre. Tú no te preocupes que yo me las arreglaré para que lo sientas. Tienes que elegir un lugar para ver el ocaso juntos como siempre lo imaginé desde que llegué, el que más te guste, ese será el perfecto para los dos. Perdóname por querer que viajes tan lejos pero sé que será bueno también para ti. Sé que al igual que yo, encontraras tu fuerza interna. Somos iguales ¿lo recuerdas? Me parezco a ti siempre dijiste eso, no sé si por guapo o por loco jajaja. Te re quiero!!! Besotes infinitos, todos para ti.
Ahora, Hellen se secaba con una mano las lágrimas que rodaban por sus mejillas, cuando algunas ya habían alcanzado el papel de la carta.
Le costaba respirar porque sentía ese nudo que se forma en la garganta cuando se te aprieta el corazón. Respiró, encendió otro cigarrillo, miró al horizonte, todo había tomado un tono anaranjado. Sacó otra carta en la que decía “Para cuando llegues a nuestra cita”.
Ella continuó:
Te doy la bienvenida al que desde cierto tiempo se convirtió en mi lugar favorito mamita. Gracias por no defraudarme, supe que vendrías. Puedes tener la certeza de que en este momento estoy a tu lado, acá los dos frente al mar esperando el ocaso como antes. No viniste en vano, dije que te esperaría y todos los días desde que tuve que alejarme fue así. ¿Sentiste la brisa en tu rostro al pisar la arena? Te daba un beso,  te abrazaba, ahhh como extraño poder sentir tu fuerza al abrazarme.
Ella hizo una pausa, se le escaparon unas lágrimas, recordó el preciso momento cuando eso ocurrió.
Te gustó la playa? Continuó leyendo, ¿Viste que es mejor de lo que podía describírtela?. Como me gustó siempre! Mucha gente, mucho ruido, música y el mar! Quise compartir contigo la felicidad, la energía y paz que me transmitió este lugar.
Sabes que la imaginación es poderosa ¿no? Gracias a ella, un par de días antes del accidente y antes de irme, bailé contigo justo en esta playa. Tu cantabas: “Adiós Chico de mi barrio a donde de prisa vas así… pasas en bicicleta… no te puedo alcanzarjeje….. Mientras bailabas toda coquetona, que sonrisota con la que cantabas, así tal cual como te guardé en mi mente. Eres una pícara.
Ella sonrió, recordó la canción y levantó la vista hacia el mar. Al sol le faltaba poco para estar al nivel del mar en el horizonte. volvió a bajar la mirada...
Te hice venir hasta acá porque aparte de compartir esto que tienes al frente y que se volvió parte de mí, quería sacarte de la rutina un ratito, que recuerdes que en ti vive y vivirá esa madre animosa, alegre, dinámica, habladora, amorosa y guerrera que Dios me regaló. No importan los años, son solo números que más dan, recordarte a ti misma que tu fuerza interior puede mover montañas y que la fatiga del día a día se esfuma si le pones un poquito de paz y alegría al alma. Que las penas y ausencias desde las más pequeñas hasta las más grandes, son menos con gente alrededor, con una sorisa ajena, una carcajada de niños.
Ahora aquí sentados los dos, (porque estoy a tu lado eh!) debo contarte que estas cartas las tuve desde algún tiempo pensadas en ti y es que uno no tiene la vida comprada e imagínate si me iba sin habértelas escrito e invitado a este lindo lugar.
No sé qué más escribirte mamasa. Parte de mí, quedó en estas playas y sé que lo sentiste desde que llegaste. Siempre vamos a andar juntos, si quieres traerme a ti solo tienes que pensarme, realmente nunca nos separamos, bueno físicamente sí, pero vivo en ti nunca lo olvides. Ya habrá tiempo de volvernos a ver, pero por ahora disfruta de este lugar, hay mucho más por conocer te lo aseguro.
Cuando estés lista y cuando sea el momento dame la señal y pidamos nuestro deseo juntos. Los ocasos aquí son espectaculares ya lo veras con tus ojitos lindos.
Sé que esta separación marcada y repentina te dejó heridas que espero puedan terminar de sanar aquí, hoy. Echa al mar esta tristeza y deja emerger la alegría. Prometo estar a cada paso contigo hasta que más adelante, mucho más adelante podamos abrazarnos nuevamente así como prometí esperarte sin importar el día, sin importar la playa.
No olvides darme la señal mamasa. Ahora disfrutemos el paisaje. Besos infinitos.
Hellen llevó la carta hacia su pecho y la apretó fuertemente mientras respiraba despacio y secaba sus lágrimas. Giró la vista hacia su izquierda y sintió una brisa muy fresca en su mejilla. Sonrió y supo que su hijo cumplía su promesa y estaba a su lado. Pensó en recorrer Río a su lado y sintió como la emoción llenó sus venas.
El astro rey casi desaparecía en el horizonte y se podían ver las playas bañadas de una tonalidad color anaranjado.
Ella se acomodó, guardó las cartas, encendió otro cigarrillo mientras veía todo el panorama. Y cuando el sol iba a desaparecer giró hacia su izquierda y con una linda sonrisa diciendo en voz bajita: Es la hora mi amor, pidamos el más fabuloso de los deseos. Te amo y siempre te amaré. Hasta que Dios nos vuelva a unir.
Con la brisa aun en su rostro ella perdió su mirada en el horizonte, cerró los ojos y ambos pidieron su deseo.

1 comentario:

  1. Hola! Increible narrado el de tu blog, muy interesante y cautivador.
    Un comentario tuyo en nuestro blog, acerca de si los sentimientos verdaderos mueren o no, me trajo hasta tu blog. Te respondi en mi blog, y ahora estoy dejando un comentario en el tuyo. Comencé a seguirte, y desde ya se agradece tu comentario en cuanto a la reflexión.
    Repito, me encantó el tipo de narrado de tu blog. De hoy en más te seguimos y te leemos...
    Un abrazo grande!
    Maria

    ResponderEliminar