13:11
hrs El vuelo 7653 de la
aerolínea Varig Gol se preparaba para aterrizar en la pista del Santos Dumont, a
ella el corazón se le aceleraba de la emoción y la prisa. La envolvían unas
ganas tremendas de llegar y estar frente al mar.
Algo había logrado ver del mar mientras el avión aún no tocaba
tierra e hizo volar su imaginación. Miraba el reloj de pulsera una y otra vez,
pareciera que los segundos se demoraban caprichosamente.
Los controles, la espera de fila
y hasta los pasos….. Segundos que la hacían ahogarse en
su ansiedad. Cuando logró salir al parqueo se aproximó apresurada a un taxi, llevaba una pequeña valija y en su ser una mezcla extraña de emoción, tristeza, amor, esperanza y a la vez resignación. Tenía una cita muy importante y debía llegar antes del ocaso.
Buenas tardes por favor al hotel Praia Ipanema, dijo mientras se acomodaba en el asiento posterior para poder contemplar tras la ventana lo lindo del lugar. Sí que es lindo Brasil eh y que calor hace, ¿Me podría llevar cerca a la playa por favor?. Por supuesto señora respondió el taxista tomando parte de la Av. Atlántica pasando por Copa Cabana y luego la Av. Souto de Ipanema. Siempre hay tanta gente acá? Preguntaba sorprendida mientras abría sus ojos emocionada por la vista que tenía en frente. Ella, recién hasta ahora entendía por qué ese lugar. Bajó el vidrio de la ventana y sacó un poco la cabeza. El viento jugaba con su cabello y de pronto se le humedecieron los ojos. Le parecía un hermoso lugar y pensaba que debió conocerlo mucho antes, tal vez haber viajado juntos. Él siempre tuvo una conexión especial con el mar y también con el bullicio y el movimiento; todo era perfecto para él ahí.
su ansiedad. Cuando logró salir al parqueo se aproximó apresurada a un taxi, llevaba una pequeña valija y en su ser una mezcla extraña de emoción, tristeza, amor, esperanza y a la vez resignación. Tenía una cita muy importante y debía llegar antes del ocaso.
Buenas tardes por favor al hotel Praia Ipanema, dijo mientras se acomodaba en el asiento posterior para poder contemplar tras la ventana lo lindo del lugar. Sí que es lindo Brasil eh y que calor hace, ¿Me podría llevar cerca a la playa por favor?. Por supuesto señora respondió el taxista tomando parte de la Av. Atlántica pasando por Copa Cabana y luego la Av. Souto de Ipanema. Siempre hay tanta gente acá? Preguntaba sorprendida mientras abría sus ojos emocionada por la vista que tenía en frente. Ella, recién hasta ahora entendía por qué ese lugar. Bajó el vidrio de la ventana y sacó un poco la cabeza. El viento jugaba con su cabello y de pronto se le humedecieron los ojos. Le parecía un hermoso lugar y pensaba que debió conocerlo mucho antes, tal vez haber viajado juntos. Él siempre tuvo una conexión especial con el mar y también con el bullicio y el movimiento; todo era perfecto para él ahí.
Vio pasar un muchacho en bicicleta y a su
mente llegó un recuerdo. Él también manejaba una, era amarilla de asiento alto que
el mismo arregló. En sus recuerdos lo vio con unas zapatillas negras, un short
azul y una remera blanca que el viento pegaba a su cuerpo; lo recordaba feliz con
el viento en la cara llenándose de energía a cada pedaleada. Logró entenderlo y
comprender porque la hizo viajar hasta ahí. Suspiró y su mirada se perdió en el
horizonte. ¿Falta mucho caballero? Reaccionó, es que estoy muy nerviosa y
realmente quiero ya pisar esa arena, debo encontrarlo! exclamó. No mucho respondió
el buen taxista. Ella prosiguió, es que le encantaba hablar, nunca podía estar
callada. Espero encontrarlo pronto, no sé realmente dónde estará pero sé que está
en esta playa. El me lo dijo en una carta, lo extraño sabe? Me dijo que estaría
esperándome.
Puedo adivinarlo por su
ansiedad señora, pero ya pronto se
juntarán, falta muy poco, casi llegamos. Ella suspiró mientras le decía llámame Hellen, no
señora, me hace sentir vieja esa horrible palabra (sonrió).
Con una amable sonrisa el taxista le dijo hemos llegado Hellen, son 100 reales.
Con una amable sonrisa el taxista le dijo hemos llegado Hellen, son 100 reales.
Ella pagó, agradeció y bajó
de prisa. La brisa del mar le dio la bienvenida. Se detuvo y respiró profundamente.
Se dirigió a la recepción del hotel y luego del check in se instaló en su
habitación. Corrió las cortinas blancas de la amplia ventana y nuevamente
estaba ahí ese mar del que tanto había oído, el mar de Ipanema.
15:00
hrs.
El sol brillaba muy fuerte y
la temperatura era muy agradable.
Ya cambiada con un vestido
escotado en la parte alta y largo pero ligero en la parte baja, sandalias
playeras de color blanco, sombrero color natural de ala ancha y lentes grandes
y oscuros para el sol.
¿Qué me falta? Ah sí, el
reloj se respondió. Es que hablaba hasta sola. A sus cincuenta y pocos, Hellen
se las arreglaba para que no le falte nada y si lo olvidaba se lo preguntaba a
ella misma jajaja. Un poquito de bloqueador en la cara, hombros y manos, un
perfume muy suave y estaba lista.
Ahh sííí,,, el bolsito, pero
donde tengo la cabeza exclamó. Se regresó a buscar el bolsito negro donde
guardó el monedero, el labial, el bloqueador, sus cigarrillos y esas cosas que
llevan encima las mujeres. Pero también guardó un sobre de papel que estaba
doblado por la mitad. Cuando se supo totalmente lista miró su reloj.
15:55
hrs.
Al salir del hotel vio gente en patines, patinetas, bicicletas, que iba y venía de lo más tranquilos. Se emocionó más, se sentía en compañía. Cruzó la pista con una mano doblada sujetando el bolsito (Re precavida evitando los afanos), un pequeño salto y estaba en el boulevard de la playa. Divisó a ambos lados, viendo hacia donde se dirigiría. A su mano derecha Leblon y a su izquierda Copa Cabana. Estaba segura que su instinto la guiaría hacia él.
Al salir del hotel vio gente en patines, patinetas, bicicletas, que iba y venía de lo más tranquilos. Se emocionó más, se sentía en compañía. Cruzó la pista con una mano doblada sujetando el bolsito (Re precavida evitando los afanos), un pequeño salto y estaba en el boulevard de la playa. Divisó a ambos lados, viendo hacia donde se dirigiría. A su mano derecha Leblon y a su izquierda Copa Cabana. Estaba segura que su instinto la guiaría hacia él.
Se quitó las sandalias, las
tomó con la mano y se dirigió a la arena. Al poner los pies sobre ella, sintió
como su piel se erizaba. En ese momento muchos recuerdos y sensaciones
guardadas venían a su mente. Sentía que ya había estado en ese lugar, le era
muy familiar. La briza del mar que envolvía su piel, por segunda vez le daba la
bienvenida al lugar más soñado por su anfitrión. A cada paso crecía esa
compañía inexplicable pero también su confianza en ella. Hellen se sentía en su
lugar, no había otra manera de explicarlo. Además, sabía que estaba en el lugar
y dirección correcta.
Sonreía sola como cuando haces una travesura y la recuerdas, sus mejillas se apretaban con esa alegría que brotaba por sus poros. Hace mucho no se sentía así de bien. Comenzó a disfrutar más de la arena en sus pies, del viento, del sonido del mar, las olas, las aves, la gente que hablaba y jugaba, la risa de los niños. Todo le contagiaba alegría.
Caminó sin darse cuenta hacia
su izquierda y simplemente no le importaba la dirección. El sol iba bajando
pero la cantidad de gente era la misma. Mojó sus pies en el mar e iba por toda
la orilla disfrutando paso a paso. La prisa y la preocupación por la hora se le
habían esfumado porque sentía que desde que pisó esa arena no estaba sola, más bien
sentía que iba en muy buena compañía.
Perdió la noción del tiempo y sin imaginarlo llegó hasta la Piedra de Arpoador, no estaba cansada y tenía ganas de seguir caminando. Llegó a una parte alta y pudo ver Copa Cabana e Ipanema y hacia el fondo pudo ver el Sol que iba cayendo pero no por eso dejaba de calentar. Recordó su reloj y al verlo le dio las 18:40 hrs.
Sonreía sola como cuando haces una travesura y la recuerdas, sus mejillas se apretaban con esa alegría que brotaba por sus poros. Hace mucho no se sentía así de bien. Comenzó a disfrutar más de la arena en sus pies, del viento, del sonido del mar, las olas, las aves, la gente que hablaba y jugaba, la risa de los niños. Todo le contagiaba alegría.
Perdió la noción del tiempo y sin imaginarlo llegó hasta la Piedra de Arpoador, no estaba cansada y tenía ganas de seguir caminando. Llegó a una parte alta y pudo ver Copa Cabana e Ipanema y hacia el fondo pudo ver el Sol que iba cayendo pero no por eso dejaba de calentar. Recordó su reloj y al verlo le dio las 18:40 hrs.
Vio mucha gente en ese lugar,
había un grupo tocando algo parecido a una batucada. Bailaban y ella se
contagió del alborozo peeeero solo movía las caderas y hombros en su lugar
jajaja. Se puso tímida jajajaJ.
Entró en la cuenta que su
espíritu aventurero seguía ahí con ella, esa alma alegre que la caracterizó por
mucho tiempo estaba ahí, nunca se fue, solo necesitaba reencontrarse con ella
con un motivo. Paralelo a disfrutar del paisaje, la gente y la música Hellen
buscó un lugar especial, sabía que el ocaso estaba muy próximo y no quería
perderse ese espectáculo, pero también sabía que estaba por encontrar a quien
llegó a buscar. Su corazón de madre se lo hacía saber latido a latido.
Sacó de su bolsito un
encendedor y un cigarrillo delgado de esos mentolados que le gustaban. A pesar
que tenía gente cerca sintió un silencio muy marcado a su alrededor, era como
si viera una película en una gran pantalla gigante con el volumen en cero.
Encendió su cigarro y al meter la mano al bolso para dejar el encendedor,
agarró el sobre, lo apretó muy fuerte con su mano y dijo “es hora mi amor”.
Sacó el sobre, lo estiró y abrió y de él sacó una carta. Las hojas se veían un poco arrugadas, maltratadas como cuando agarras un papel y lo doblas varias veces, hasta manchadas con gotas de agua. Estiró las hojas con sus manos contra su pecho diciendo perdóname por tenerlas así doblaras. Luego se retiró los lentes de sol preparándose a leer unas líneas que tal vez de tanto repasarlas las tendría grabadas en su memoria.
Sacó el sobre, lo estiró y abrió y de él sacó una carta. Las hojas se veían un poco arrugadas, maltratadas como cuando agarras un papel y lo doblas varias veces, hasta manchadas con gotas de agua. Estiró las hojas con sus manos contra su pecho diciendo perdóname por tenerlas así doblaras. Luego se retiró los lentes de sol preparándose a leer unas líneas que tal vez de tanto repasarlas las tendría grabadas en su memoria.
Mamita
Hermosa, sé que cuando
tengas estas hojas en tus manos yo no estaré más contigo, sé que estaré
viéndote y cuidándote todo el tiempo pero desde otro lugar. Quiero que sepas
que fuiste y siempre serás mi heroína, nunca entenderé de donde es que sacabas
tantas fuerzas para estar ahí alentándome y apoyándome cuando más te necesité y
tal vez cuando tú no tenías muchos ánimos, quiero que sepas que siempre te amé
con todo mi corazón aunque a veces te hacía renegar, perdóname por eso. Nunca
pude terminar de agradecerte todo. Sonríe, sonríe;
sonríe, siempre sonríe para mí y para todos!.
Bien, ¿recuerdas del lugar
que te platicaba cuando hablábamos por teléfono? Pues como sabrás siempre quise
estar aquí, te lo describí mil veces siempre con emoción. Me habría encantado
que vinieras antes pero sé que lo vas a conocer. Confío en eso, sé que vendrás
y que yo te esperaré aquí, no importa el día, no importa el lugar que elijas.
Toma nota de la hora y lugar de nuestra cita.
Lugar: Playas de Rio.
Hora: antes del ocaso (Así lo
vemos juntos como cuando era un niño y pedimos nuestro deseo, ¿recuerdas?).
No faltes, estaré esperándote
y sé que cuando te vea llegar, cuando te vea caminar por esta arena, yo correré
a ti y de alguna manera tenlo por seguro que te abrazaré como siempre. Tú no te
preocupes que yo me las arreglaré para que lo sientas. Tienes que elegir un
lugar para ver el ocaso juntos como siempre lo imaginé desde que llegué, el que
más te guste, ese será el perfecto para los dos. Perdóname por querer que
viajes tan lejos pero sé que será bueno también para ti. Sé que al igual que
yo, encontraras tu fuerza interna. Somos iguales ¿lo recuerdas? Me parezco a ti
siempre dijiste eso, no sé si por guapo o por loco jajaja. Te re quiero!!!
Besotes infinitos, todos para ti.
Ahora, Hellen se secaba con una mano las lágrimas que rodaban por sus mejillas, cuando algunas ya habían alcanzado el papel de la carta.
Ahora, Hellen se secaba con una mano las lágrimas que rodaban por sus mejillas, cuando algunas ya habían alcanzado el papel de la carta.
Le
costaba respirar porque sentía ese nudo que se forma en la garganta cuando se
te aprieta el corazón. Respiró, encendió otro cigarrillo, miró al horizonte,
todo había tomado un tono anaranjado. Sacó otra carta en la que decía “Para
cuando llegues a nuestra cita”.
Ella
continuó:
Te doy la bienvenida al que
desde cierto tiempo se convirtió en mi lugar favorito mamita. Gracias por no
defraudarme, supe que vendrías. Puedes tener la certeza de que en este momento
estoy a tu lado, acá los dos frente al mar esperando el ocaso como antes. No
viniste en vano, dije que te esperaría y todos los días desde que tuve que
alejarme fue así. ¿Sentiste la brisa en tu rostro al pisar la arena? Te daba un
beso, te abrazaba, ahhh como extraño
poder sentir tu fuerza al abrazarme.
Ella hizo una pausa, se le
escaparon unas lágrimas, recordó el preciso momento cuando eso ocurrió.
Te gustó la playa? Continuó leyendo,
¿Viste que es mejor de lo que podía describírtela?. Como me gustó siempre!
Mucha gente, mucho ruido, música y el mar! Quise compartir contigo la felicidad,
la energía y paz que me transmitió este lugar.
Sabes que la imaginación es
poderosa ¿no? Gracias a ella, un par de días antes del accidente y antes de
irme, bailé contigo justo en esta playa. Tu cantabas: “Adiós Chico de mi barrio
a donde de prisa vas así… pasas en bicicleta… no te puedo alcanzar ” jeje….. Mientras bailabas toda coquetona, que
sonrisota con la que cantabas, así tal cual como te guardé en mi mente. Eres
una pícara.
Ella sonrió, recordó la
canción y levantó la vista hacia el mar. Al sol le faltaba poco para estar al
nivel del mar en el horizonte. volvió a bajar la mirada...
Te hice venir hasta acá
porque aparte de compartir esto que tienes al frente y que se volvió parte de
mí, quería sacarte de la rutina un ratito, que recuerdes que en ti vive y
vivirá esa madre animosa, alegre, dinámica, habladora, amorosa y guerrera que
Dios me regaló. No importan los años, son solo números que más dan, recordarte
a ti misma que tu fuerza interior puede mover montañas y que la fatiga del día
a día se esfuma si le pones un poquito de paz y alegría al alma. Que las penas
y ausencias desde las más pequeñas hasta las más grandes, son menos con gente alrededor,
con una sorisa ajena, una carcajada de niños.
Ahora aquí sentados los dos, (porque estoy a tu lado eh!) debo contarte que estas cartas las tuve desde algún tiempo pensadas en ti y es que uno no tiene la vida comprada e imagínate si me iba sin habértelas escrito e invitado a este lindo lugar.
Ahora aquí sentados los dos, (porque estoy a tu lado eh!) debo contarte que estas cartas las tuve desde algún tiempo pensadas en ti y es que uno no tiene la vida comprada e imagínate si me iba sin habértelas escrito e invitado a este lindo lugar.
No sé qué más escribirte mamasa.
Parte de mí, quedó en estas playas y sé que lo sentiste desde que llegaste. Siempre
vamos a andar juntos, si quieres traerme a ti solo tienes que pensarme, realmente
nunca nos separamos, bueno físicamente sí, pero vivo en ti nunca lo olvides. Ya
habrá tiempo de volvernos a ver, pero por ahora disfruta de este lugar, hay
mucho más por conocer te lo aseguro.
Cuando estés lista y cuando
sea el momento dame la señal y pidamos nuestro deseo juntos. Los ocasos aquí
son espectaculares ya lo veras con tus ojitos lindos.
Sé que esta separación
marcada y repentina te dejó heridas que espero puedan terminar de sanar aquí,
hoy. Echa al mar esta tristeza y deja emerger la alegría. Prometo estar a cada
paso contigo hasta que más adelante, mucho más adelante podamos abrazarnos
nuevamente así como prometí esperarte sin importar el día, sin importar la
playa.
No olvides darme la señal
mamasa. Ahora disfrutemos el paisaje. Besos infinitos.
Hellen llevó la carta hacia
su pecho y la apretó fuertemente mientras respiraba despacio y secaba sus lágrimas. Giró
la vista hacia su izquierda y sintió una brisa muy fresca en su mejilla. Sonrió
y supo que su hijo cumplía su promesa y estaba a su lado. Pensó en recorrer Río
a su lado y sintió como la emoción llenó sus venas.
El astro rey casi desaparecía
en el horizonte y se podían ver las playas bañadas de una tonalidad color anaranjado.
Ella se acomodó, guardó las
cartas, encendió otro cigarrillo mientras veía todo el panorama. Y cuando el
sol iba a desaparecer giró hacia su izquierda y con una linda sonrisa diciendo
en voz bajita: Es la hora mi amor, pidamos el más fabuloso de los deseos. Te
amo y siempre te amaré. Hasta que Dios nos vuelva a unir.
Hola! Increible narrado el de tu blog, muy interesante y cautivador.
ResponderEliminarUn comentario tuyo en nuestro blog, acerca de si los sentimientos verdaderos mueren o no, me trajo hasta tu blog. Te respondi en mi blog, y ahora estoy dejando un comentario en el tuyo. Comencé a seguirte, y desde ya se agradece tu comentario en cuanto a la reflexión.
Repito, me encantó el tipo de narrado de tu blog. De hoy en más te seguimos y te leemos...
Un abrazo grande!
Maria