Hasta mañana Papito!
Hasta mañana hijito, que sueñes con los angelitos!
El mensaje salió del auricular, entró por mi oído sorprendiéndome completamente, obligando a que en micro segundos la expresión de mi cara se volviera en sorpresa total, seguida de una alegría que te envuelve completamente. Papá eres tu??? , igual para ti chatito, gracias, te me cuidas muchísimo!!!
Bueno, debería no ser taaaan extraño que un padre se despida de su hijo con un “dulces sueños” o “que sueñes con los angelitos”, pero en este caso sí que fue totalmente distinto; por que?, pues en ese instante no encontraba en mi registro una palabra parecía dirigida de mi padre hacia mi. Apenas corte la llamada, me sentí muy contento pero rápidamente busque y busque entre mis recuerdos y efectivamente, ni cuando era niño encontré esa frase. Reconozco que me fui a dormir con una sonrisota dibujada en mi cara y hasta lo comente un par de veces pero no con él claro!.
Papá siempre fue una persona muy reservada, imagino que trataba de mostrar afecto pero, recordando el carácter que tenia mi abuelito cuando era mas joven, imagino que lo criaron así y por eso se le hacia difícil dejar salir sus sentimientos, tanto así que papá hasta me parecía algo parco (aun así daba y doy la vida por mi viejito). Claro, de un tiempo a esta parte he notado un cambio que me gustó mucho. El ya dice “Te quiero mucho hijo”, antes solo se despedía con un apretón de manos o una palmada en el hombro (mismos cuates jajaja).
Siempre había como una tonta barrera que impedía que él o yo podamos acercarnos para regalarnos un abrazo y soltar un Te Quiero viejito o hijo. Fue después de sufrir una pérdida muy importante en mi vida hace dos años, que me hizo reaccionar en la actitud que tenia para con papá. Antes le decía te quiero con vergüenza pero me pregunte: Cual es el roche (vergüenza)? Es tu padre no? Y si algún día te falta que? A quien le dirás Te quiero viejito? A su foto? A sus recuerdos? La respuesta obviamente fue un rotundo NO. Dije, será de ahora en adelante. A los padres no se les juzga. Se les quiere. Me propuse romper esa barrera, esa pared, esa cojudez.
Un día nos despedíamos como siempre: Hasta mañana viejito, ya me voy. Ya hijo hasta mañana y estiro la mano. Tome su mano, lo jale sin darle tiempo de reaccionar, le estampe un besote en su cabecita y le dije, te quiero mucho papito!
Desde ese día, hasta hoy siempre es así. El también aprendió a perder el roche. Nuestros saludos ya no son con apretones de mano, no señor. Eso déjalo para los amigos o gente que conoces. A mi viejo un abrazote y su besazo en la cabeza!
Anímate! Se siente rico y no pierdes absolutamente nada, todo lo contrario, ganas muchísimo!